Espacios liminales
por Jesús Alberto Mendoza Vázquez
  • Un gesto de apertura

    Lunes, 03 Noviembre 2025 17:21

    Durante años, el antiguo acceso del Chapala Media Park fue una referencia visible desde la distancia. Su gran prisma rosa marcaba el paisaje y servía como punto de orientación para quien pasaba por la zona. Sin embargo, esa misma presencia que lo hacía reconocible lo volvía también inaccesible. Había algo en su escala y en su lenguaje que hacía sentir que detrás de ese muro comenzaba un espacio al que no todos podían entrar. Era más un límite que una bienvenida.

    Cuando el proyecto del nuevo Centro Universitario de Chapala comenzó a tomar forma, esa imagen fue el punto de partida. El reto no era solo proyectar un nuevo acceso, sino cambiar el sentido del gesto. Pasar de un objeto protagonista a un espacio que invitara a pertenecer. De una puerta que imponía a una que abrazara.

    En lugar de partir de la monumentalidad, buscamos un lenguaje más cercano. Incorporar materiales de la región como, ladrillo, piedra, vegetación local y hacer que el agua, tan presente en la identidad de Chapala, también apareciera en el proyecto como reflejo y frescura. La intención era que el acceso no funcionara como frontera entre el adentro y el afuera, sino como un umbral compartido.

    El nuevo motivo de ingreso se adapta al terreno con escalinatas y rampas que no separan, sino que acompañan el recorrido. Entre terrazas, jardineras y sombras amplias, el visitante puede detenerse, esperar, conversar o simplemente mirar el paisaje. En lugar de una línea que divide, el ingreso se convierte en una pequeña plaza abierta a la vida cotidiana del campus.

    Detrás de esa decisión está una idea que poco a poco fue tomando forma: si la universidad pública pertenece a todos, su arquitectura también debe hacerlo. Es posible que la universidad abrace a la comunidad, que la puerta deje de ser un control para convertirse en una invitación.

    Hoy, ese gesto de apertura no busca imponer una nueva imagen, sino provocar otra experiencia. Donde antes se veía un símbolo distante, ahora hay un lugar que invita a acercarse. Porque a veces, transformar un espacio no consiste en añadir, sino en abrirse al contexto. Si te interesa conocer cómo se materializó este proyecto y el resultado final del nuevo ingreso, puedes escribirme a albmv262@gmail.com, con gusto compartiré más detalles y reflexiones sobre el proceso, siempre con la intención de seguir dialogando sobre cómo la arquitectura puede abrirse al contexto y a la comunidad.

  • Tutoría 01: dejar de mirar el límite como objeto

    Lunes, 13 Octubre 2025 09:20
    (Última modificación: 13-10-2025 09:21)

    En esta primera sesión de tutoría entendí que mi investigación no trata solo de describir un borde, sino de observar qué ocurre cuando ese borde se vive y se transforma en vínculo. El acceso universitario, que muchas veces pasamos sin mirar, apareció en la conversación no como una simple línea de control, sino como un espacio en disputa entre la lógica institucional y las prácticas de quienes lo usan todos los días.

    Hablamos de liminalidad no como una teoría abstracta, sino como una manera de mirar esos espacios donde nada está completamente definido. Ahí el acceso deja de ser solo un filtro y se vuelve escenario de encuentros, pausas, atajos, desvíos o incluso rechazos. Es en esas acciones cotidianas donde se revela la tensión entre control y vida diaria.

    Mi tutor me hizo ver algo importante: no importa solo la fuerza del límite, sino las pequeñas tácticas que lo hacen poroso. Eso abrió la posibilidad de analizar el vínculo universidad-ciudad desde los recorridos, las trayectorias y los usos reales, más que desde el plano o el orden previsto por el diseño. También me señaló que mi trabajo profesional en proyectos universitarios no debe quedarse como un antecedente técnico. Haber estado dentro de esos procesos me permite ver no solo lo construido, sino las discusiones, decisiones y ajustes que dieron forma a esos accesos. Esa mirada desde adentro puede volverse una herramienta crítica para la investigación.

    Salí de la tutoría con más preguntas que certezas, y entendí que eso no es un problema, sino una señal de que el tema empezó a abrirse. Dejé de mirar el acceso como objeto y empecé a verlo como situación, como espacio que no se define solo en el diseño, sino en la manera en que se habita.

  • Reflexiones desde la Farnsworth House y la Universidad de Illinois Chicago

    Lunes, 06 Octubre 2025 09:34
    (Última modificación: 06-10-2025 09:50)

    Durante un viaje reciente a Chicago, dos lugares completamente distintos me llevaron a pensar en una misma pregunta: ¿qué pasa cuando la arquitectura decide borrar sus límites?

    La primera respuesta la encontré en la Farnsworth House, de Mies van der Rohe. Una obra tan precisa como radical: una caja de vidrio suspendida sobre el paisaje, donde el interior y el exterior se funden en una misma atmósfera. Mies buscaba la pureza espacial, la continuidad visual, la idea de habitar el paisaje sin mediaciones. Pero en esa búsqueda de perfección moderna, la experiencia cotidiana se volvió difícil. Edith Farnsworth, su propietaria, terminó por sentirse expuesta, vulnerable, observada. La transparencia que prometía libertad terminó volviéndose una forma de encierro. Sin muros que delimitaran la intimidad, el habitar perdió su sentido de refugio.

    Días después, al recorrer el campus de la University of Illinois Chicago (UIC), me encontré con otro tipo de apertura. También aquí los límites son difusos: no hay rejas ni bordes que separen la universidad de la ciudad. Pero, a diferencia de la casa, esta condición funciona. El campus se mezcla con el espacio urbano, las calles se transforman en pasillos y los patios en puntos de encuentro. En este contexto, la apertura no amenaza, integra. La ausencia de barreras permite la circulación, la convivencia y el aprendizaje compartido.

    Estos dos casos muestran que los límites no son solo elementos físicos: son acuerdos entre el espacio y quien lo habita. En la vivienda, el límite protege; en las universidades, el límite puede volverse permeable. Son los espacios liminales los que median entre lo privado y lo colectivo, los que permiten que el habitar se transforme en toda una experiencia.

    Si en la casa el límite resguarda, en la universidad el límite conecta. En los campus abiertos, los bordes se convierten en zonas de transición, donde el aprendizaje se extiende más allá del aula y la arquitectura promueve la pertenencia.

    Esta idea orienta mi investigación: comprender los accesos y bordes universitarios no como límites de separación, sino como territorios de relación entre la universidad, la ciudad y la comunidad. En estos espacios intermedios, que no son del todo públicos ni completamente privados, la arquitectura adquiere una condición mediadora: deja de dividir y comienza a conectar.

    Reconozco que esta hipótesis podría no aplicarse de forma lineal en el contexto de Guadalajara, donde las dinámicas urbanas y sociales presentan otras complejidades. Sin embargo, es precisamente esa incertidumbre la que impulsa mi investigación y da sentido a la exploración crítica del espacio universitario.

    *Reflexión escrita a partir de mi visita a Chicago en 2025, como parte de mi proceso de investigación dentro de la Maestría en Procesos y Expresión Gráfica en la Proyectación Arquitectónica-Urbana (MPEGPAU), Universidad de Guadalajara.

  • Hay palabras que rara vez escuchamos y que no forman parte del léxico cotidiano. Sin embargo, cuando nos adentramos en el mundo de la arquitectura y el urbanismo, algunas de ellas comienzan a resonar con mayor fuerza, como si hubieran estado esperando el momento oportuno para hacerse presentes. Una de esas palabras es liminal.

    Habitar lo limina es recorrer un umbral, atravesar una reja, cruzar una puerta o detenerse en el borde de una plaza. Es transitar por pasajes y accesos que no son un destino en sí mismos, pero que median entre un afuera y un adentro, entre la calle y la institución, entre lo cotidiano y lo académico. Son esos espacios intermedios los que nos recuerdan que la arquitectura también se vive en los márgenes, bordes, en los puntos de transición donde comienza o termina la experiencia de un lugar.

    ¿De dónde viene “liminal”?

    La palabra proviene del latín limen, que significa umbral. El umbral por otra parte, es ese punto de transición entre un adentro y un afuera, entre lo conocido y lo desconocido. No es ni un sitio ni otro, es el entre.

    A través del tiempo el concepto de liminalidad se expandió hacia distintos campos del conocimiento, como la antropología, la sociología, la filosofía, la arquitectura, siempre refiriéndose a la idea central de la transición.

    Autores y definiciones clave

    El antropólogo Arnold van Gennep, en Los ritos de paso (1909), acuñó la idea de liminalidad para señalar la fase intermedia de los rituales, ese punto en el que una persona ya ha dejado atrás su estado anterior pero todavía no ha alcanzado el nuevo. Décadas después, Victor Turner en The Ritual Process (1969) amplió el concepto al describirlo como un tiempo y un espacio de ambigüedad, donde las jerarquías se suspenden y aparecen nuevas posibilidades de relación. En el ámbito de la arquitectura y el urbanismo, autoras como Nan Ellin en Postmodern Urbanism (1996) y Teresa Caldeira en City of Walls (2000) retomaron esta noción para referirse a los espacios de transición que median entre territorios, funciones o comunidades, como los bordes, pasajes y umbrales, entendidos no solo como estructuras físicas, sino también como territorios cargados de simbolismo.

    Lo liminal en mi investigación

    En mi tesis de maestría aplico la idea de lo liminal a la relación entre universidad y ciudad. Los accesos, bordes y espacios abiertos de los campus universitarios son más que elementos físicos: son lugares de tránsito simbólico y social.

    Los denomino espacios liminales porque se sitúan en ese “entre”:

    • Entre lo público y lo institucional,

    • Entre la ciudad y la universidad,

    • Entre el habitar cotidiano y el aprender formal.

    Reconocerlos como liminales me permite analizarlos no solo como pasajes funcionales, sino como escenarios donde se construyen vínculos, identidades y experiencias colectivas.

    Por ultimo, es importante familiarizarnos con esta palabra porque lo liminal nombra algo que todos vivimos y pocas veces pensamos: la riqueza del tránsito, del umbral, del “estar en medio”. Al estudiar los espacios universitarios desde esta perspectiva, busco visibilizar cómo esos lugares de paso son también lugares de encuentro y de relación.

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